Cespe y agua, un problema político

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Por: El Mosquito

En el círculo rojo (político, empresarial, social y medios informativos) existe la creencia, no sin razón, que el de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Ensenada (Cespe) es un problema político.
Concediendo que efectivamente se trate de un enfrentamiento soterrado de las fuerzas políticas vigentes -de gobierno, naturalmente-, el del agua no debiera serlo.
Suministro, distribución, equipamiento e infraestructura hidráulica, son temas técnicos que pudieran resolverse por los especialistas, pero las circunstancias políticas del pasado, derivaron en el cese de los que saben, resolvía para este columnista quien vivió de cerca los últimos años los escenarios del agua en Baja California.

Su razonamiento fue que los mejores momentos en la historia de los organismos operadores del agua, se vivieron en 2010, en los cinco municipios. Ese mismo año, cuando gobernaba el Partido Acción Nacional (PAN) en Baja California con José Guadalupe Osuna Millán a la cabeza, perdieron ante el PRI la elección de sus cinco candidatos a munícipes.
El recurso político a la mano, fue nombrar a los candidatos perdedores en las direcciones generales de los organismos operadores y con ellos, sus equipos de campaña, que desplazaron a los que estaban en áreas técnicas, y ni se diga las administrativas, los que poco a poco fueron llevando a más colaboradores cercanos.
Luego, en 2013, cuando las encuestas apuntaban a que el PRI ganaba la elección estatal -con al menos 5 puntos- aquellos trabajadores y funcionarios de los organismos operadores de clara tendencia opositora al tricolor, optaron por entablar una demanda laboral colectiva para reclamar su base, cosa que -con juntas y tribunales a modo- finalmente ganaron y llevaron la nómina a niveles estratosféricos.
De entonces a la fecha, comenzó la tendencia hacia los costos operativos y los necesarios ajustes a la tarifa del agua. Así, neófitos y contratados a chaleco, los organismos operadores no resistieron, en particular el de Ensenada, del que dicen, aun vendiendo todos sus activos no alcanza a recuperar ni el 30% de sus compromisos.

ABASTO Y MANTENIMIENTO
Si bien el administrativo es el problema de mayor gravedad que sufre la Cespe (y todos los organismos del estado, son deficitarios) el de infraestructura no canta mal las rancheras.
25 fugas diarias en el acueducto que suministra a Ensenada, huelen más a sabotaje que a otra cosa.

Hasta antes del arribo de Marcelino Márquez Wong y luego de Jaime Alcocer Tello, Ensenada tenía un suministro de regular a bueno en toda la ciudad.
Se sabía del faltante, pero de mediano plazo, pero nada comparado al corte casi generalizado en toda la ciudad durante el periodo de estos dos muchachos.
A ello, hay que agregar otro gravísimo problema, que, entre agua y dinero, implica una de las mayores decepciones que se tenga registro.
Sepa usted que la desaladora “Aguas de Ensenada” debía entregar 250 litros por segundo en su primera etapa, de acuerdo con el contrato suscrito con el gobierno estatal y sus organismos operadores, pero sucede que, de 2019 a la fecha, ha estado entregando, en promedio, 170 litros por segundo.
El problema sería de escasez si sólo se tratara de eso, pero ocurre que han estado cobrando, de 2019 a la fecha, como si fueran 250 litros por segundo. ¡WTF!
Si los números no le dicen nada, que debieran decirle, el caso es que, como si no pudiera ser peor, se pone todavía más grave porque la compañía cobra a 40 pesos el metro cúbico, de los 17 que originalmente se pactaron.
Al parecer, y he ahí el truco del magazo, “Aguas de Ensenada” aplicó un cobro para el consumo de agua, de 17 pesos, pero añadía “la inversión” en años subsiguientes al cobro de metro cúbico, que en estas fechas ya es de 40, aunque sus entregas sean menores de las pactadas, las tarifas siguen firmes, esas no se alteran.
Haga sus cálculos, 60x60x24x365 y lo que resulte por 40 pesos, por tres años.

DEL FUTURO NI HABLEMOS
Cuando las autoridades se sienten a la mesa de “Aguas de Ensenada”, la desaladora, se van a encontrar con mil y un trabas, contenidas en el convenio, de muy compleja solución.
Si aún no levanta las cejas respecto a este tema, debe saber el lector que el faltante de 600 megawats de energía que tiene el Estado, podría impactar cualquier día de este verano, en la paralización del acueducto que transporta el agua de Mexicali a la zona de la costa, porque es precisamente este sistema el primero que para cuando el abasto se reduce producto de los altos consumos en Mexicali e Imperial Valley.
Ahora que, si ya nada le puede espantar, debe saber que el convenio binacional de aguas entre México y Estados Unidos, por lo que se refiere al Río Colorado, se encuentra en un punto de revisión para reducir las entregas a Baja California (del Río Colorado dependen cinco estados de USA y uno de México, Baja California) porque para respetar las cuotas entre esos estados, el límite del contenido de la presa Hoover o Lago Mead, no debía ser menor a los 1075, pero sucede que anda en 1044 pies. Lejísimos de lo que pudo ser un punto crítico, para convertirse en alarma.
Hay quien dice que, si baja al nivel de las turbinas de la presa Hoover que producen energía para California, sus efectos se verían también en el sistema binacional interconectado con Baja California y California, pero no se asuste, peor ya no se puede.
Sólo para la memoria. ¿Recuerda el lector cuál fue el principal problema que tenía Baja California en 1989, cuando los candidatos de mayores posibilidades de ganar eran el panista Ernesto Ruffo Appel y la priista Margarita Ortega Villa? Sí, era el agua. Hoy, 33 años después, venimos a descubrir que no aprendimos.

Fuente: https://www.elvigia.net/columnas/2022/6/18/cespe-agua-un-problema-politico-394988.html

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